El Canal Imperial de Aragón es una obra que se anticipa a su tiempo, pero sobre todo y en cualquier caso es un canto a la perseverancia y al esfuerzo colectivo.
Los Jurados de Zaragoza proponen solicita en el año 1.510 en las Cortes celebradas en Monzón, la autorización del Rey Católico para derivar una acequia de riego y navegación del Ebro. Este proyecto no tomará cuerpo hasta el año 1.528 durante el reinado del Emperador Carlos I de España. El proyecto finalmente fijará el emplazamiento de la presa cerca de la Villa de Fontellas, («El Bocal») en Navara. En 1.529 se inician las obras que quedarán paralizadas en Garrapinillos sin alcanzar Zaragoza.
Esta presa durante los siguientes siglos sufrió numerosas rupturas que impidieron el progreso de la construcción del canal, hasta que en 1.772 el Consejo de Castilla designa a D. Ramón Pignatelli y Moncayo como Protector del Canal Imperial y a D. Pedro Herranat como Director de las Obras. D. Ramón de Pignatelli fallecerá habiendo llevado el canal hasta pasada Zaragoza, pero sin alcanzar su gran sueño de prolongarlo hasta el mar.
En su recorrido por Pedrola, se puede contemplar el puente Viejo. Los puentes levantados con la construcción del Canal Imperial presentan grandes semejanzas entre sí, y se inspiran en los puentes franceses de mediados del siglo XVIII. El puente Viejo de Pedrola cruza perpendicularmente el cauce; está construido en ladrillo, de un solo ojo, aunque sus paramentos se encuentran enfoscados, dejando el material original sólo visible en la rosca del arco. Este puente era en origen similar a otros puentes que cruzan el Canal Imperial, como el de Valverde en Mallén o el de Clavería.