Entrevistamos a Mari Carmen Pérez, profesora de cerámica y restauración de la Casa de Cultura de Pedrola

Continuando con el ciclo de entrevistas al profesorado de las actividades municipales de la Casa de Cultura, hoy entrevistamos a Mari Carmen Pérez “Cana”, la profesora de cerámica y restauración.

La Casa de Cultura cuenta en su oferta cultural con la actividad de cerámica desde su inauguración en el antiguo edificio en 1988. Desde entonces, Mari Carmen Pérez “Cana” ha sido la encargada de impartir las clases, siendo una de las profesoras más veteranas del servicio. Desde 2018, también es la profesora del taller restauración.

Cuéntanos un poco, Mari, ¿cómo surgió la oportunidad de trabajar en la Casa de Cultura, impartiendo las clases de cerámica desde el primer año de su puesta en marcha?

Yo impartía clases de cerámica en otros municipios de la comarca y al poner en marcha la Casa de Cultura en Pedrola, el concejal de cultura de ese momento se puso en contacto conmigo para incluir en la oferta de actividades el taller de cerámica y que yo impartiese las clases.

Entonces, ¿tú ya tenías experiencia en la docencia antes de empezar a dar clases en Pedrola?

Sí. Lo de dar clases ya empecé en la Escuela de Cerámica de Madrid, siendo estudiante. En mi último curso, una de las profesoras cogió la baja maternal y no encontraban una persona para sustituirla y me propusieron hacerme cargo del taller.

Entonces, en aquella época ¿ya estaba en tus planes ser profesora?

No, para nada. Yo estaba estudiando para ser ceramista profesional, yo solo quería hacer mis piezas, mis exposiciones, mi ferias…

Pero finalmente sí que te has dedicado a la docencia. ¿Cómo tomaste esta decisión? ¿Tuvo algo que ver esta experiencia que viviste?

En este caso, la vida me fue llevando, porque se sucedieron continuamente peticiones para que impartiese clases. Y ahí empezó todo, pasando de impartir clases a recibirlas, y así ha continuado: impartir y recibir, impartir y recibir…

¿A qué te refieres con eso?

A que mi vida ha sido un continuo aprendizaje para ofrecer lo mejor que pueda dar al alumnado. Me di cuenta que para poder impartir bien las clases, tenía que formarme para ello. Así que combinaba mi carrera profesional como ceramista, con impartir clases y una formación continua, que a día de hoy sigo.

Eres de Madrid y te estabas desarrollando allí profesionalmente ¿Cómo llegaste a parar a Pedrola?

Aunque suene a “tópico”, por amor. A mi marido le salió trabajo aquí así que nos mudamos.

¿Y cómo enfocaste tu trabajo? Porque imagino que sería como empezar de 0.

Instalé un taller de cerámica donde trabajaba mis piezas como autora y luego me movía por toda España y otras ciudades europeas para asistir a ferias y exposiciones para vender las obras. Vivir en un pueblo me daba la oportunidad para tener más espacio para mi taller y estar más en contacto con lo natural que en una gran ciudad.

¿Y en cuanto a la enseñanza?

Se pusieron en contacto conmigo de diferentes pueblos de la comarca para impartir clases de cerámica y no me negué porque la experiencia vivida en Madrid me había enganchado.

Desde 1988 llevas dando clases en Pedrola, tu pueblo ¿cómo te hace sentir eso?

Me siento en casa, y a la vez siento mayor responsabilidad por hacerlo bien.

¿Cómo ha sido tu evolución hasta hoy? Porque empezaste dando clases de cerámica y ahora impartes también las clases de restauración.

En cuanto a cerámica tengo un largo recorrido, empecé con un grupo en la Casa de Cultura para adultos y en todo este tiempo han ido surgiendo otros talleres como los infantiles dedicados a la Navidad, cerámica de autor, y actualmente el proyecto “El paseo de la Memoria”. También impartí clases de cerámica en el colegio, gracias al plan innove del Instituto de Educación y Ciencia llamado “Cerámica en la Escuela”. El objetivo era acercar el arte al alumnado, y ese año realizamos el mural del IES Siglo XXI del Edificio H con el último curso del colegio, que pasaba al instituto. La directiva del centro hizo petición al Ayuntamiento para continuar con el proyecto y pude llevarlo a cabo durante varios años más. Este proyecto se incluyó en el instituto, donde todavía imparto las clases.

Y en cuanto a restauración, se marchó la anterior profesora que impartía las clases y después de un año sin esa actividad, me ofrecí a hacerme cargo del taller, puesto que también tengo formación en esta área.

¿Qué es lo mejor para ti de dar las clases, qué destacarías?

Sorprender a la gente y que descubran las cualidades y habilidades que no saben que tienen.

¿Cómo lo consigues?

En todas las actividades utilizo los mismos métodos, obviamente adaptados al taller concreto que imparto, las edades y capacidades de mi alumnado. Pero lo hago de una manera sencilla, natural, quitando importancia a la creencia de “no saber” o “no puedo”, dando confianza. En definitiva, utilizando todas las herramientas para que crean en ellos y ellas y dando más importancia al proceso que al resultado. En cuanto a cerámica, empezamos el trabajo desde la simplicidad el barro hasta la creación de la pieza artística; y en restauración, convertir algo que no sirve en un objeto de arte. En ese momento, se sienten creadores y satisfechos, además de lo terapéutico del proceso. Además de la evolución a nivel artístico y fomentar su creatividad, hace que el alumnado gane autoestima.  Me implico porque para mí cada alumno es como un trocito mío.

¿Alguna sugerencia para aquellas personas a las que le interesan tus actividades?

Les animo a que prueben. Todo el mundo debería probar estas experiencias artísticas. Por ejemplo, en restauración, produce mucha gratificación convertir algo que se tiraría a la basura en uno de los mejores objetos que puedan tener en su casa, a la vez que cuidamos nuestro medio ambiente. En cuanto a cerámica, todo el mundo debería de conocer la sensación de crear desde el material más básico, que es el barro, a una pieza útil y artística.

También les animo a que visiten la exposición que vamos a hacer de fin de curso, para que pueden ver los trabajos que realizamos en los diferentes talleres.