Aunque ahora la identifiquemos con la anglosajona fiesta de Halloween donde todo se llena de esqueletos, calabazas, fantasmas, brujas y otros seres fantásticos, la noche de ánimas o noche de difuntos tiene un punto mágico, inquietante y fúnebre en gran parte de nuestra geografía aragonesa. Se narran cuentos de miedo, se reza por los difuntos para su eterno descanso, se limpian tumbas y se llevan flores a los cementerios Las luces son un elemento omnipresente en las fiestas de invierno porque el hombre pedía de forma ancestral el regreso de la luz y el calor de la primavera. En la[...]